Mi historia con El Ausente

Cada domingo era jodido ver televisión en mi casa. A la Nena se le daba por sacar el parlante a la calle y poner una y otra vez la tonada de "La mini mini". Esa canción que el Joe le hizo a las minifaldas por allá en la segunda mitad de los años 90. Sin querer me la aprendí, todo gracias a que me resignaba a dejar de ver tele para ir a asomarme por la ventana y ver a la Nena y sus amigas bailar a ritmo del intérprete cartagenero.

Allí me quedé tramado con las letras y me terminé de enamorar de esa voz cuando aquél casette llegó a casa y era reproducido en el viejo equipo de sonido. "Deja que te cante" era el álbum que sonaba una y otra vez en el viejo caserón donde vivamos alquilado.

Ahora recuerdo que un lustro atrás de ese momento en el que cantaba y bailaba solo a ritmo de "Blanco y negro", en la caseta organizada por el viejo Luis, la nota era impuesta por el Joe y sus éxitos con La Verdad, la orquesta que fundó al separarse de Fruko y sus tesos. Toda la cuadra era cerrada por unos latones con soporte de madera y la carrera octava entre calles 18 y 19 desaparecía del mapa de Santa Marta por unas 12 horas.

Puedo seguir contando, las transmisiones del Show de las estrellas de Jorge Barón, y de Caribe alegre y tropical, donde se le quedaba pequeño el escenario. Qué decir de las presentaciones en el Festival de Orquestas en el Carnaval de Barranquilla que en 22 versiones le entregó el Congo de Oro y su organización se vio obligada a crear el Super Congo de Oro, para dárselo solo a él, 2 veces, pues los demás artistas no querían siquiera subir al escenario al saber que Arroyo se presentaría. De esas presentaciones en el Festival, las más recordadas son la que hizo al interpretar Inocente y cuando cantó Te olvidé junto a Shakira.




Yo fui creciendo mientras la fama de Joe también lo hacía marcando una era, una historia, un legado en la música colombiana. Legado que empezó a forjar en los setenta cuando salta al firmamento nacional con Julio Estrada, conocido como Fruko, y su orquesta: Los tesos. Solo cuando me vi en la necesidad de aprender a bailar ante la sociedad, en plena pubertad, el nuevo equipo de sonido, ahora en discos de formato MP3, desplegaba las ondas sonoras que entonaban El Ausente, El Caminante, Manyoma, Musa Original, Confundido y El Cocinero Mayor. La orientación de mi madre en ese mar de sabor, me ayudó a coger el ritmo que hoy trato de mantener.

Ese volver en el tiempo me hizo caer en cuenta de lo GRANDE de Joe. Me volví su admirador desde entonces, y más cuando revisé casi toda su discografía y la usaba para enviar mensajes concernientes a mi estado de ánimo. "Ella y tú", fue la canción de los dilemas amorosos, "Tal para cual" la del amor jodido, "Noche de arreboles" la romántica, "La fundillo loco" la ofensiva, "Mama" la del día de las madres, "Sabré olvidar" la del despecho y los distintos mosaicos, como el hecho en homenaje a Irene Martínez son himnos del Carnaval; la lista sigue porque para cada ocasión Joe tenía un son, o un 'Joesón' el ritmo que inventó al mezclar sonidos de todo el litoral Caribe.

En cada fiesta, discoteca o cualquier lugar donde hubiera un parlante sonando, la voz de Álvaro José 'el Joe' Arroyo, el niño del barrio Nariño de Cartagena que cantaba en los burdeles de Tesca, invadía el cuerpo de este servidor y de muchos otros que de inmediato entraban a la pista, tras escuchar el pregón que dice: "Quiero contarle mi hermano, un pedacito, de la historia negra, de la historia nuestra caballero y dice así..."
Los bailadores nos gozábamos y lo seguiremos haciendo a punta de sus canciones.

Hoy murió; tras haber superado rivales como la drogadicción, problemas con la tiroides, y arrastrar por muchos años una diabetes que le dio pelea hasta el final para salir victoriosa en la clínica La Asunción de Barranquilla, la misma clínica que este año ha recibido los moribundos cuerpos de dos espíritus libres que le cantaron a la puerta de oro de Colombia: Esthercita Forero y Álvaro Arroyo. Un mes permaneció interno en esa casa de salud mientras todas las noches el país se entera de su historia, un poco ficticia, en una telenovela que, como su fama, sube el rating cada día.

Se fue el Joe pero yo seguiré bailando y cantando sus canciones, Yo sigo como el Caminante, mientras el más grande de la música Colombiana, desde hoy está Ausente. A Él estas líneas basadas en sus canciones y su historia:

En Barranquilla se quedó el caminante. El centurión de la noche que lideró la rebelión musical se fue y ahora estará ausente, se encontrará con Tania y desde allá cantará un joeson y dará pasitos tun tun. Cada noche de arrebol recordadrá al supercongo de oro del hijo de doña Angela. Hay fuego en mi mente y estoy confundido por la muerte de mi ídolo. Hasta luego JOE. Arma la rumba con Celia, Héctor, y los demás. QEPD.