Lo que se fue

Tras la inesperada salida de Sara Giraldo de su cargo como decana de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda, seccional Santa Marta, he empezado a analizar la situación y veo un conflicto de poder que choca con el alcance del éxito, no sólo de esta carrera sino de toda la seccional.

Según me he enterado, la salida de Sara se da por "mala gestión" o "falta de buenos resultados" o "exceso de gasto" del presupuesto asignado para el mantenimiento de la Escuela que ella misma, en 2004, fundara y proyectara en toda la región Caribe, al menos, a través de estos años que terminaron ayer.

Sí, acepto que ella ocupaba ese cargo, en buena parte, porque es hermana de Diana Sofía Giraldo de Melo, periodista retirada que hoy funge como decana en la universidad Sergio Arboleda de Bogotá; pero a punta de una incansable labor en busca de conexiones, convenios, afiliaciones y otros procesos, tanto internos como externos, 'Sarita' mostró su berraquera paisa y puso a andar un programa en el que muy pocos, incluso dentro de la misma seccional, creían.

Prueba de esto, son los convenios que en un tiempo se disfrutaron (o disfrutan, no estoy claro en eso) con Publicaciones Semana, Telecaribe, Caracol Radio, Canal Zoom entre otras empresas que aportaban a la calidad y renombre, no sólo de la Escuela, sino de toda la Universidad, porque en la calle no se decía, o no decíamos porque me incluyo como estudiante, sobretodo cuando fui 'primíparo' y me sentía 'afiebrado' por ser universitario: "La Universidad tiene convenio con Telecaribe, con Caracol y otras vainas, bacano". Leíste bien:  La U-ni-ver-si-dad, no la Escuela.

Y pensar que esos convenios, creo yo, y si no que me corrijan, aportaron para la certificación de calidad ISO 9001-2008 que se le confirió a la Sergio Arboleda seccional Santa Marta porque los 'beneficiarios' (estudiantes, incluidos los de Comunicación Social y Periodismo) del 'servicio ofrecido' por la Universidad (educación) se mostraron satisfechos al cumplir con sus expectativas, gracias a que la institución supo transformar "las entradas en resultados".

Volviendo un poco, Sara logró destacar un programa que siempre ha trabajado con las uñas. Con una sola cámara de televisión  y una sala de edición de 3 metros cuadrados, los estudiantes obtuvieron dos Premios Césares con el magazín informativo: Santa Marta, La esquina mágica del Caribe colombino. Sin tener emisora propia, ni siquiera un estudio de radio, podían aprender a interactuar con la audiencia en Caracol y RCN radio, hoy en la emisora de la Pastoral. A punta de computadores obsoletos, se han podido desarrollar los 6 talleres de redacción que tiene el programa, junto al aula virtual de gramática, las 2 informáticas, los talleres de diseño gráfico, el segundo nivel de publicidad y las asignaturas de comunicación virtual, prensa especializada y producción y edición de medios impresos. Varias de esas asignaturas, hechas para trabajarse más fácil y cómodamente, con equipos MAC; no con PC en dos salas donde al menos 5 están fuera de servicio y otros tres presentan molestias. Con todo y eso, los estudiantes sacaron la cara por toda la Universidad, no sólo por la Escuela.

Sin embargo, consciente de esta situación, 'Sarita', quien en los primeros tres semestres de mi carrera me pareció una funcionaria distante, lejana, metida en una burbuja de cristal, que no saludaba, a la que todo "se le salía de las manos" siempre trabajó, se esmeró y proyectó esta Escuela hacia el mundo, fusionando también su labor como directora de la Oficina de Relaciones Internacionales de la seccional. Por esas penas que aún sufren los alumnos de Comunicación, Sara pedía plata a las directivas, pues a diferencia de otras carreras, en las que no se usa la tecnología -en teoría porque en la práctica sus alumnos abarrotan las salas de sistemas y suman al desgaste que sufren los equipos en las asignaturas-  en Comunicación Social y Periodismo se depende de herramientas tecnológicas que permitan informar para forjar criterio en la opinión pública y demás funciones del comunicador social en cualquier ámbito. Eso fue lo que nunca le entendieron.

La filiación que otros sienten por su oficio, su carrera, sus amigos, sus maestros, su gremio, se nota en las razones que causaron la salida que dejó acéfala a la Escuela de Comunicación Social y Periodismo. Ahora, un decano encargado: Carlos Blanco Botero, quien fuese una suerte de escudero de 'Sarita' como él mismo le decía, es quien, por lo pronto y tal vez para largo, reemplaza a la fundadora, quien lo trajo a integrar la nómina de docentes.

La llegada de Blanco a la decanatura es para algunos una buena decisión de las directivas, sobre todo para controlar sus intereses de no invertir mucho en una Escuela que es menos rentable si se compara con su vecina Derecho, que con poca inversión admite a más de 120 estudiantes en el primer semestre de cada año mientras Comunicación solo 60, máximo. Blanco recibe, maniatado, una escuela que busca una acreditación de alta calidad por parte del CNA, para lo cual necesita una inversión gruesa de dinero que no podrá ser, porque la saliente decana 'insistió mucho en ello'.

Para otros el nuevo decano es un personaje siniestro, pues Blanco ha tenido roces con docentes y estudiantes quienes creen que ahora empezará un régimen de terror que hará rodar cabezas, y sacará a flote los talentos de su 'rosca' de quedar nombrado en propiedad.

Otros ven más allá, y dicen que el programa subirá los costos de matrícula para recuperar lo, poco a mi juicio, que se ha invertido. Sólo el tiempo dirá quién tiene la razón.

Tal vez, con Sara se fueron los viajes de las delegaciones sergistas al Moea, la ceremonia de premios de periodismo Rodrigo Noguera Laborde, algunas clases intensivas y otras iniciativas que salen muy caras para el Alma Mater, pero también se fue el eje de toda una Escuela, una mujer de quien descubrí, semestres después de aquella primera impresión, que enfrentaba los problemas de frente, que luchaba por su obra, que apoyaba a sus alumnos en todo lo que podía, y podía cuando los tentáculos del poder superior, no la alcanzaban.