Bailando al son de la vida

Comentario literario de “Baila, Negro, Baila (crónica de un salsero)”, una historia escrita para ser bailada mientras se lee.

Por Eduardo Marín Cuello

La vida y sus afanes siempre ha sido un tema tratado en la salsa. Celia Cruz, Rubén Blades, Willie Colón, Héctor Lavoe y muchos más artistas de este género, le han cantado a la vida “de risas y penas, de momentos malos y de cosas buenas”. Pero en esta ocasión, desde la Literatura, se abordan la temática y el género.

Portada de "Baila, Negro, Baila (Crónica de un salsero). Foto: Eduardo Marín Cuello.
Benny Montenegro es el nombre del protagonista de “Baila, Negro, Baila (crónica de un salsero)” la novela corta escrita por el periodista, oriundo de Santa Marta, Rafael Araújo Gámez y publicada por la Universidad Libre Seccional Cali en el año 2007.

La historia narra cómo Benny, el mejor bailador de salsa de Calle Brava, el hijo del borrachón de don Justo y la incansable doña Saturia, cambia su vida del cielo a la tierra a punta de pasos fugaces y electrizantes como ‘la caída de la hoja’ que lo catapultan de una estación a otra en su vida, de la Calle a los clubes más elitistas de la ciudad y de allí al mismo corazón de la salsa en el mundo: Nueva York.

Para contar esto, Araújo utiliza un esquema de testigo, pues se mete en el personaje de uno de los amigos de la gallada del Benny en Calle Brava. Él, paso a paso, va contándole al lector cómo se van abriendo las puertas para el ‘Negro’, quien con la ayuda de don Alonso Pontevedra y Mijares, un español que apareció ante ellos para profesionalizar al artista, siendo su mánager, promotor y hasta enfermero en el recorrido rumbo a la fama.

Aunque por momentos la historia pierde ritmo y da la impresión de que el autor estuviera añadiendo retazos, logra acelerar después la narrativa hasta convertir su obra en una especie de ‘descarga’ violenta. Lo que demuestra el conocimiento –y la melomanía de éste- al aplicar la salsa al mismo eje de la historia que tiene una puntuación excelsa.

Continuando la metáfora, Araújo Gámez, quien cuenta con amplia trayectoria en el periodismo deportivo, cultural y político, al igual que en la poesía, ha traído al lector en un paso lento, le ha llevado por toda la pista, lo ha jalado a su antojo; para que al final, cuando Benny empezaría a triunfar en el mismísimo Madison Square Garden, el autor incrementa el tempo de su historia; cambia el estilo de narración a las cartas del español desde la Gran Manzana y con demenciales giros, cambia el final de la historia. Benny, es otro ídolo de pies de barro cuya carrera ascendente empieza el descenso en la víspera por culpa de las drogas. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.

La tonada termina triste. ‘El Negro’ nunca vuelve a Calle Brava, sale por la puerta chica, y su luz en el escenario se apaga lentamente hasta disolverse en las luces de neón neoyorquinas. Sus amigos cierran sus ciclos también y siguen viviendo sus vidas, pues en la frase de cierre se le recuerda al ser humano que la vida es un baile, que cada experiencia es una pieza y que por muchos afanes que se tengan se debe estar “Tranquilo, hermano,” porque “y lo bailao, ¿quién nos lo quita?”.

En el tintero

Quiero compartir, textualmente, las notas usadas en la introducción de la historia:

“Cantamos para vivir, para que el río se apacigüe, para que la enfermedad se vaya, para que el animal se aleje y no haga daño. Bailamos para no morir”: Texto de los indios Kogui.

“Nosotros somos la raza de la alegría. La música es la que nos ayuda a sobrevivir en los tiempos difíciles”: Ray Barreto.