Ay, Virgen del Carmen, ya no eres lo mismo

Por Eduardo Marín Cuello

16 de julio. Virgen del carmen. La hora de la procesión se acerca. Las imágenes ya están con sus pelucas largas y rizadas listas. Las ventas de flores, claveles para ser exactos, aumentaron para honrar los altares de las distintas capillas. El 716 ya debe estar bloqueado en todas las empresas de apuestas; si no lo hacen, mañana quedarían en la ruina. Pocos irán a la peregrinación. Ya no es como antes, cuando los niños -como yo en ese entonces- éramos llevados a sumergirnos en un río de gente que cruzaba las calles y carreras, haciendo estaciones en algunos altarcitos caseros. En ellos, cohetes (totes - fuegos articiales) eran quemados y algún efusivo devoto gritaba un "Viva La Patrona". "Qué Viva", respondía el resto.

Tiempos que no volverán. Tiempos de los cuales sólo quedan un par de canciones vallenatas. Una de Los Hermanos Zuleta y otra que es igual de vieja y borrosa como la imagen de quien la interpreta cuando la grabó: Diomedes Díaz, en cuyas líneas dice "El 16 de julio es la fiesta de la Virgen del Carmen".

Esa caminata larga y agotadora, profesaba devoción a la imagen de la Virgen que ruega por las almas del purgatorio. La misma que hacía reír a muchos mientras veían a los prójimos huyendo de la vaca loca, ese artefacto 'Made In Colombia' con el cual un hombre se esconde en una caja cargada alrededor de fuegos artificales, que salen disparados y estallan por doquier, mientras va corriendo hacia la multitud. La misma Virgen, por la cual, al final del recorrido, se quemaba un castillo de juegos pirotécnicos que tras 10 minutos de 'candela de colores' terminaba con la revelación de una imagen en tela que se mostraba al fervoroso pueblo, que, en ese instante, era sólo aplausos y más 'vivas'.

Bueno, algunas de esas costumbres se conservan, sí. Pero no como antes, como cuando al final de todo, había paz y se comía helado antes de ir a dormir. Ya no. Desmanes en las calles con la excusa de la 'ahora corrompidísma' bola de candela, alborotan las calles por donde un día caminamos siendo niños.

La fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo, ha cambiado tanto que ya no cae una leve llovizna durante la procesión.

Sólo sé que los conductores de todo tipo de vehículos te siguen siendo devotos y que te toman como excusa para embriagarse y conducir sus automotores. Por esa misma fé, permíteles no manejar borrachos.

Tú, lector, sé que también tienes algo qué decir al respecto.