La maldición del olvido

En sus 488 años santa Marta ha recopilado mucha historia para contar, pero esa historia no se vuelve memoria y se refleja en el olvido, la desidia y la apatía de muchos de sus habitantes. Aquí un ejemplo.


Por Eduardo Marín Cuello




Hoy 29 de julio Santa Marta tiene misas, ceremonias civiles, hijos ilustres destacados con medallas y diplomas, fiestas patronales, procesiones y mil mensajes de felicitación por cumplir 488 años de haber sido fundada por el adelantado Rodrigo de Bastidas. sin embargo, hoy -como todos los días- tiene carencias, necesidades, padecimientos, dolores de cabeza, en fin: problemas.

No haré un listado de lo que ya conocemos, simplemente mencionaré el que considero la raíz. Nuestro propio olvido y desapego a esta tierra y sus pocos valores. Basta sólo con caminar por la plaza de la Catedral y mirar la torre del campanario para darse cuenta que en ella se refleja una maldición, una condena a esta tierra "dos veces santa", castigada por el paso del tiempo y borrada de la memoria de sus propios ciudadanos y, tal vez, borrada del tiempo pese a ser la ciudad más antigua de Suramérica.

Los relojes de la 'Madre de todas las Jurisdicciones Eclesiásticas colombianas', como reza en su pórtico en Latín (Omnium Colombianae Ditionis Ecclesarium Mater) están detenidos, atrapados en el tiempo y en una ciudad sin memoria, que no recuerda que ella es Basílica Menor. Me atrevo a decir que doblemente atrapada si se dice que los cuatro relojes marcan horas distintas como se nota en estas imágenes que-en esta ocasión, además de marcarlas al pie- me vi en la obligación de ponerles marcas de agua, para minimizar las expectativas de uno que otro atrevido que las use en videos y sin pedirme permiso si quiera. Bueno, me desvié un poco del tema. La idea es mostrar cuán apáticos somos los samarios.

 

El reloj que mira hacia el oriente (en la sombra, a la izquierda) marca las 5:55 de un amanecer fresco y de sol brillante que ya se olvidó. Por su parte, el reloj de la cara norte (derecha) marca las 9:37 de una noche de antaño en que Pescaito se inundó con las lluvias porque la ciudad no tiene alcantarillado pluvial.


El reloj que mira al occidente, de cara al sol en la fotografía, marca las 4:28 de una soleada tarde en la bahía que antes tenía playa de punta a punta. Allí las jóvenes promesas del fútbol samario podían trotar al atardecer con sueños de gloria en el profesionalismo.



Finalmente, el reloj Sur, marca las 11:00 de una mañana de los años 50 cuando el avance de infraestructura llegó de la mano de cachacos en forma de turismo con la carretera a El Rodadero y luego se fue, para volver de a poco y en sofisma cuando el Centro Histórico se empezó a remodelar y gentrificar.

Felices 488 años, Santa Marta. Reflexionemos todos en este momento.