Vuelvo a escribir. Qué pena con ustedes

Regreso. No es que me hubiera ido, no. Simplemente me puse a ocuparme en otras cosas y luego a ponerme excusas para sacarle el cuerpo a este espacio. Mea culpa. 

Pero aquí estoy. Aquí estoy de nuevo.

Vengo motivado por el reposo después de superar retos personales y el aliento que mis estudiantes de Taller Periodístico, Crónica y Opinión, y Narrativas Periodísticas han infundido en mí sin proponérselo. Debo reconocer que repasar los temas para cada sesión con ellos; encontrar textos periodísticos originales, disfrutarlos en medio de las revisiones y conversar al respecto en esos ratos de 'cheveridad y rigurosidad', despertó al genio que estaba dormido. O más bien al flojo que dormía cómodamente arropado en sus excusas.

Aquí vuelvo. Lo hago un jueves casualmente, día raro de la semana en el que tuve por fortuna llegar a este mundo. Raro porque deja atrás la carga del miércoles y mantiene la esperanza de un viernes fugaz de cara al fin de semana. Vuelvo y, en este texto corto, doy mi proclama:

"Vuelve El Mirador y prometo estar al menos una vez por semana en esta trinchera de letras donde peleo mi guerra sin cuartel". Una guerra en la que mi arma es el lenguaje y su uso adecuado, correcto.

Regresa El Mirador y yo vengo con él. Regreso con más años y menos tiempo para todo lo que quiero hacer; pero también vuelvo con menos excusas y más determinación.

Espero no defraudarlos, pero tampoco esperen mucho de un mortal amante del castellano que recorre las avenidas digitales donde desfilan campantes las hordas de extranjerismos y neologismos cada vez más usuales.

Ojalá me lean. Ojalá critiquen lo malo y ojalá compartan lo que les guste.

Qué pena con ustedes al hacerles ver esta foto.