Será distinto pero con la misma fe

Será distinto. No sólo porque no habrá procesión. Será distinto porque no habrá caravanas y no habrá bailes de picó. Será distinto porque los taxistas se quedarán en sus casas y porque nadie pateará bolas de candela en la noche. Este 16 de julio, pasará a la historia por ser el primero en que los católicos devotos de la Virgen del Carmen no podrán expresar su fe en las distintas formas que saben y sienten desde hace 800 años.

Quienes tienen promesas pendientes con 'La Patrona' tendrán que ingeniárselas para cumplirla porque no podrán peregrinar en las distintas parroquias. A la casa de Ana, por ejemplo, no llegará la imagen de la Sociedad del Carmen para 'saludar' el altar que siempre arma en su puerta en honor a la advocación del Monte Carmelo.

Los pescadores de Manzanares y Taganga no brindarán al público ese desfile marítimo por las bahías de la ciudad, paseando a la Virgen mientras se 'empujan' unos tragos de ron en honor a la santa. La gente de Pescaito no podrá celebrar a su manera tan particular, con fecha propia incluida, porque este virus nos ha cambiado hasta la forma de ser un 'buen cristiano'.

Son los recuerdos de infancia, con escapularios de todos los tamaños, los que iluminan esta fecha como los fuegos artificiales de los 'castillos' y las 'vacas locas'. Memorias que evocan un pasado lleno de historias de gente como Fran, que salía bastante perfumado a la misa que los pensionados de puerto hacían en honor de su 'Mujer' (porque para los portuarios veteranos, la Virgen del Carmen es una esposa, amante y hasta alcahuete). De allí regresaba tras una caravana en la que su carro era rociado con agua bendita y él cumplía, vestido de blanco, otro año más de promesa y agradecimiento por los favores recibidos.

Hacia el mediodía, con grupo de amigos y virgen, empezaba la fiesta en casa persignándose delante de la imagen y repitiendo la canción de Los Hermanos Zuleta:

"No hay cosa más bonita que sentirse uno con fé /
Y tener devoción por cualquier cosa en la vida..."

Esa banda sonora musicalizaba la película del sancocho que se compartía con los vecinos de la cuadra antes de los tragos de whisky.

De los amigos portuarios, pocos quedan ya. Fran murió hace algunos años. Quién sabe cómo hubiera hecho sin poder salir de casa en estas fechas. Sin embargo, es bastante probable que esta tarde, alguno de sus compinches y hermanos de devoción carmelita, esté en el patio de su casa, bajo el árbol de mango, con el equipo de sonido sonando la misma canción hacia las cuatro de la tarde y él, con su botella de whisky, celebrando en el encierro su fe, mientras agradece a la virgen por la salud de su familia en estos tiempos. Seguro después le pide que lo proteja de este virus, porque a su edad, ya él es "persona vulnerable" y una 'sacudida' de esas le haría perderse el próximo año, cuando espera volver a cargar la Virgen en la procesión por el barrio.