Tasajera solo es otro enfermo de cáncer

La vida se va en el mismo instante que llega la muerte. Suena ingenuo, pero la muerte a veces sorprende. Pocas veces tiene la decencia de avisar con meses de anticipación, como en las telenovelas cuando el personaje se entera de que tiene 'cáncer en fase terminal'. A los muertos que dejó el incendio del camión de combustible en Tasajera, la vida se les fue en el instante que la muerte decidió reflejar en ellos un cáncer social que viene presentando síntomas hace décadas sin que alguien lo atienda.


El acto de ir a recoger para consumo o venta las cargas de los vehículos accidentados en la zona es uno de los reflejos de ese mal que está enquistado en la estructura del municipio, del departamento y del país. Esa acción junto a la de limosnear y la de robar -en el peor de los casos- se abren paso entre las opciones de supervivencia de los habitantes de este corregimiento mostrado en el mapa gracias al peaje de una concesión vial con oficinas en otro departamento.

En ese pedazo de tierra entre el Mar Caribe y la Ciénaga Grande, los hombres y mujeres ya no ven la pesca como principal opción. La falta de oportunidades, de inversión social en la zona, de acceso a servicios públicos y demás elementos que usted y yo tenemos como 'normales' en nuestras viviendas, hacen que la mente -poco cultivada- se incline al acto reflejo de sobrevivir a toda costa. Los lugareños nacen buenos en una sociedad corrompida que los deja a su suerte. Lo raro es no corromperse allí.

Hoy todos miran a este lugar superpoblado en condiciones de miseria, pero casi todos lo ignoran al pasar por allí. Sabemos de ellos cuando el servicio eléctrico se corta y bloquean la vía; o cuando sufren por las inundaciones en invierno; o cuando alguna tragedia como esta les rodea. Criticamos y señalamos sin hacer el ejercicio de empatía, de ponerse en las chancletas de ellos. Vemos el video de la tragedia, nos sorprendemos y juzgamos. Después lo compartimos por Whatsapp y -como hacemos en casi todos los temas- no lo volvemos a tocar, a pensar, a dialogar. Lo que rotamos en las redes equivale a tomar un vaso de agua del río y luego volverlo a echar en él: se va y no nos importa más.

En tantos años, Tasajera y otros miles de barrios y corregimientos de nuestros municipios, sufren de este cáncer que se llama pobreza y que los amantes del eufemismo denominan: condición vulnerable. Casi siempre, los mismos del eufemismo son los médicos que se han desentendido del tratamiento que se requiere, el cual no es más que "las gestiones necesarias para que todos dispongan de una mejor calidad de vida, que cuenten con los “servicios esenciales”, la salud, el trabajo –no subsidios que deshumanizan– y la educación", como bien dice el autor Silvano Giacolla. Solo así se promueve la verdadera justicia social y la igualdad de oportunidades para los que realmente la necesitan.

Sin embargo, mientras esa cura llega, usted y yo podemos dar terapia alternativa como sociedad. Dejar la desidia, promover una educación de calidad e invirtiendo en el talento y potencial de esas zonas, difundiendo así la cultura del esfuerzo para ganarle más vidas a la muerte.