La débil fuerza económica y una respuesta sin devoción

El próximo 1 de septiembre Colombia abre sus puertas y va con toda. La decisión está tomada y nuestra débil economía será la fuerza que empuje este tren sin máquina.

Después de tener una de las cuarentenas más largas del mundo, desde Presidencia se toma la decisión de volver a las calles en un "aislamiento selectivo" que no es más que el eufemismo usado para ocultar que no hay plata -vaya a saber la razón- para seguir manteniendo las olvidadas unidades médicas ni subsidiando a los muchos que ya estaban violando las normas para sobrevivir del día a día.

Aseveraciones hechas en medios internacionales, exponen lo que fue el paso del encierro a una paulatina reactivación económica mediante excepciones que, como se expresa en El País de España, "se fueron incluyendo a partir de una constatación: que Colombia no dispone del “músculo financiero” necesario para mantener cuarentenas estrictas y generales de manera continuada".

Habíamos aguantado mucho. El problema de perspectiva gracias a las noticias era que, aparentemente, los pobres poníamos los muertos y los grandes empresarios ponían la presión para retomar la producción. Invisibles eran los empresarios pequeños que no habían tenido representación más allá de las quiebras, cierres definitivos y melancolías de la reinvención económica a la que se vieron obligados.

Conclusión de estos cinco meses, casi seis, de encierro: Se protegió a los estudiantes y se evidenció la mala cobertura del Sistema Educativo, sumada a la pésima infraestructura de redes de Internet. Nos concentramos en la pandemia y el Sistema de Salud colapsó sin poder atender eficientemente las enfermedades de antaño, como el dengue y otras. Tampoco pudieron las EPS cumplir con los tratamientos que requerían los pacientes no covid. Se limitó el comercio de muchas maneras y el país -que es una tienda más que una gran máquina de economía naranja- empezó a violar las reglas de sanidad para sobrevivir, pagar servicios, deudas y demás. Necesitamos de la venta del día a día.

Al final, volveremos a la vieja normalidad. Dependerá de nosotros el aumento o reducción de contagios, porque la estrategia de salir del aislamiento preventivo es una pilatuna gubernamental: Si antes no respondía, ahora menos.

Saldremos, pero con cuidado. Uso de tapabocas y medidas de aseo constante y continuo al máximo porque todavía nada de vacuna. Llegó la hora de salir, llegó la hora de volver. De volver a sobrevivir, como siempre hemos hecho en nuestra situación económica y financiera.

Por otro lado, esto también es un ejercicio de responsabilidad democráctica. Pero no le pidan responsabilidad a un pueblo que votó a favor del No en el referendo de la Paz o ignora todos los problemas que ya como nación tenemos. "En fin, la hipocresía", dirían los jóvenes.

Respuesta sin devoción

A propósito de jóvenes. Hace dos semanas publiqué una columna en el marco del Día de la Juventud, la cual -al menos- sirvió para que el señor Jaime González tuviera material para producir su sabatina y quincenal columna en Versión Abierta con una perspectiva en la que manifiesta que "idealizo" a los jóvenes y, además, me invita a ser un poco más realista, a no esperar tanto de ellos. Espera él mi respuesta, se la doy sin interés devoto de recibir la suya.

Don Jaime, muy chévere su argumento. Lamento que usted no haya tenido una experiencia correspondiente con mi subjetiva tesis juvenil; pero esa es la realidad de la vida, de los medios, de la opinión. Que no coincidamos, tampoco va a cambiar lo que los jóvenes -los que usted conoce y los que yo defiendo- cambien su forma de asumir y enfrentar sus realidades particulares.

Gracias por leer la columna y me encanta haber servido para que el público conociera su experiencia y opinión sobre los muchachos. De eso se tratan los espacios de periodismo de opinión. Que la sociedad tenga todo el panorama y luego decida, también desde sus subjetividades. Un abrazo caribeño, no de yuca, no de maíz: de cayeye.