La juventud de hoy en día

 José Luis despertó está mañana, como cada día, muy temprano. Hizo flexiones y sentadillas en el patio de su casa y luego preparó desayuno para su mamá y su hermana menor, a quien antes de servirle, bañó y peinó para conectarla a su sesión online de clase de primaria.

Su mamá desayuna y en el calculador sentido maternal, le pregunta:

-¿Vas a ir hoy también? 

-Sí, señora. -Responde él. -Apenas haga lo del almuerzo, le traigo y vuelvo a salir.

José Luis se graduó (antes de la pandemia) de ingeniero y no ha conseguido trabajo; por eso se 'rebusca' como mototaxi bajo el sol que ilumina la ciudad y le quema la piel.

Es solo uno más de los jóvenes que intentan obtener un empleo y demostrar lo que aprendieron para obtener ingresos. Tienen las ganas pero no hay oportunidades.

Según la Organización Internacional de Trabajo, uno de cada seis jóvenes se encuentra sin trabajo debido a la crisis provocada por el Covid-19. Y de acuerdo a estimaciones recientes, se deberían de crear 600 millones de empleos en los próximos 15 años para satisfacer las necesidades de empleo juvenil. Pero quién los va a crear si se les sigue viendo como vagos, irreverentes, poco aplicados y no les tienen confianza para abrirles las puertas.

Pocos son los que además pudieron entrar a la Educación Superior o renovar sus matrículas en instituciones tanto públicas como privadas. No hay un dato oficial pero lo palpo este período en mi labor docente. 

José Luis, aunque funge de mototaxista genera otros ingresos haciendo asados y llevando domicilios. No se está quieto. Sus deudas de estudios y el sostenimiento de su familia, dependen de él desde que su mamá perdió el empleo al cerrarse el restaurante donde era cocinera antes del Covid.

Con todo y eso, a José le queda tiempo para reunirse con amigos de la Universidad por videollamada. Se juntan en plena distancia las noches de los martes, para hablar de cómo seguirán generando campañas ambientales para cuidar el río y sensibilizar sobre reciclaje en los colegios. Esa labor es voluntaria y aunque no ganan dinero, le ponen pasión, fuerzas y plata de donde no hay para lograrlo y cambiar un poco el mundo.

Y es que esos son los jóvenes. Muchos, incluyo algunos colegas docentes, les subestiman y 'les bajan caña' cuando les ven aferrarse a sus ideales y defender con argumentos y ejemplo lo que predican. A mí, por el contrario, me ha encantado salir a marchar con ellos, leer sus escritos de medio ambiente, de feminismo, de emprendimiento. Ver cómo usan lo que aprenden en la Universidad y en la vida para hacer algo que les gusta así no genere ingresos. Ese es el semillero y de ahí saldrán mejores frutos en la medida que les creamos y les demos espacio para que lo demuestren. 

José Luis llegó con el almuerzo para su mamá y su hermana. Se reposa y escucha una nota de voz de uno de sus compañeros ambientalistas:

-Jose, en el colegio donde fuimos en marzo, están buscando un ingeniero de sistemas que les diga cómo ayudar a que la red de Internet pueda llegar a los estudiantes que viven cerca. Yo di tu número. Ojalá corones.

José Luis sonríe, sabe que es una oportunidad y que llegó por medio de explotar una pasión sin desespero. Ahora, el espagueti con queso del almuerzo sabe mejor. 

El destino sonríe a quien le saluda a diario. Y un joven debe mantener diaria la lucha por los ideales, sobre todo los de una mejor sociedad. Ese es su aporte y su mayor legado a una nación obsoleta que necesita renovarse en muchas dimensiones.

No sólo el 12 de agosto de esta semana debe reivindicar a los jóvenes, como Día de la Juventud, ellos y ellas deben tener espacios de desarrollo garantizados todos los días. Pues en ellos está el relevo generacional.