Distopía caribeña bajo el sol

Greenpeace, la organización ecologista internacional, calificó como una farsa la caída en las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire observadas recientemente en el planeta.

Este organismo dio a entender que el encierro propiciado a nivel internacional, causado por la rápida transmisión del coronavirus, reveló un par de verdades. La primera, que esto sólo fue pasajero a causa del freno obligado que tuvieron muchas actividades humanas, las cuales dejaron de generar gases de efecto invernadero. La segunda: que el modelo económico se impuso al final, pero debe replantearse. Lo cual parece una utopía, más fantástica todavía en nuestro tercer mundo.

Estas verdades de Perogrullo son invisibles sólo para aquellos humanos sacados de contexto, que no se han percatado, sobre todo en tierras caribeñas, de cambios como el que bien abordó el periodista Leonardo Herrera en El Tiempo, hace algunos días, cuando publicó su artículo titulado ¿Por qué está haciendo tanto calor en la costa?

Tras leer en ese informe las explicaciones del jefe de Pronósticos y Alertas Tempranas del Ideam, Daniel Useche, y del decano nacional de Ingeniería y Ciencias Básicas de la Fundación Universitaria del Área Andina, Cristian Díaz, la mente -a veces pesimista y a veces fantasiosa- puede empezar a imaginar un futuro apocalíptico marcado por la escasez de agua, las altas temperaturas y unos vestuarios donde el tapabocas, los lentes de sol y la ropa de manga larga marquen la tendencia.

Usted y yo, mi amigable ser que lee estas líneas, estaremos dentro de poco en ese nuevo mundo. Esa distopía será realidad porque, primero, difícilmente cambiará el modelo económico mundial ya que cada día estamos más apretados por el capitalismo y su dinámica consumista. Además, muchos de nuestros hábitos nos mantienen rumbo al aumento de la temperatura global, mientras el consumismo nos encierra en casa con el aire acondicionado congelando nuestros pensamientos de comodidad y éxito personal.

En segundo lugar, mi estimado habitante del planeta, el coronavirus, que de nuevo aumenta sus cifras tras la reapertura, seguirá presente. Y si nos llega la vacuna, el covid estará -al menos- en forma de miedo. Uno que nos haga cuidarnos de no ser contagiados por nada. Así que no nos imaginemos sin el tapabocas. Nuestras fotos en exteriores serán con ellos puestos.

De día, tendremos que salir a la calle ‘forrados’ en mangas que nos protejan del sol, con lentes oscuros y sombreros que protejan nuestras cabezas. Adaptaremos el vestuario de los beduinos y, como ellos, andaremos por nuestro desierto, pero en el Caribe.

Imagine, porque yo hoy no opino. Hoy solo le recreo esas imágenes para usted defina cómo quiere vivir esa película. 

¡Ah!, recuerde: también habrá caos social de todo tipo; pero eso es lo de menos porque también habrá Carnaval.