Trabajo hecho por máquinas: el futuro de la Educación

Van seis meses desde que la vida cambió. Las formas de interactuar con amigos, las distribuciones del tiempo y los escenarios de trabajo sufrieron transformaciones que, como especie dominante del planeta –esta vez dominada por un virus-, nos obligaron a adaptarnos. Pero esto no parará aquí. Vienen más cambios, ¿estamos listos para enfrentarlos?

El escenario más fuerte, que todavía sigue mutando e invadiendo más espacios y lapsos hogareños, es el teletrabajo. Las actividades laborales, que paulatinamente retornan a la normalidad, han tenido en la pandemia el caldo de cultivo para pasar a una nueva fase: la automatización.

Desde hace varios años, como en las películas futuristas de los años 80, el panorama mundial viene tocando este tema. En 2017, un estudio del Banco Mundial,  McKinsey Global Institute (MGI) y la Universidad de Oxford, pronosticó que entre 400 y 800 millones de personas serán desplazadas de sus puestos de trabajo en 2030 debido a la automatización.

Empieza el pánico. En 10 años desaparecerán muchísimos trabajos en todo el mundo. Sí, el desempleo, que ya está alto, que genera informalidad y rebusque, aumentará. Quizá su forma de trabajar o la mía dejen de ser. 

Debido a que la mayoría de robots que llegarán para reemplazarnos ejecutan una sola actividad y procesan datos, los primeros cargos en extinguirse serán –según los estudios- los que se relacionan con aquellas labores rutinarias de oficina, como los encargados de capturar datos, contabilidad o el manejo de nóminas. Luego, los empleados de recepción de hoteles, conductores de autobuses, vendedores minoristas, asistentes de estacionamiento, trabajadores de mataderos y cobradores de peajes. Este panorama reafirmará la llegada de una nueva revolución industrial.

¿Qué haremos, entonces, los humanos? ¿Cómo podemos enfrentar este juicio final del trabajo? ¿Podremos enfrentar a las máquinas? ¿Qué rama tiene la ventana abierta para la supervivencia laboral humana en el futuro?

Desde nuestro origen como especie, hemos sobrevivido gracias a nuestra adaptabilidad y otras habilidades blandas y, según los expertos, ahí estará la clave. Jordi Serrano, socio fundador de Future for Work Institute, ha expresado en varias entrevistas que los humanos del futuro se centrarían en las tareas que requieran creatividad o interacción social, mientras que las máquinas asumirán cada vez más las físicas, repetitivas o de procesado masivo de información.

El arma para enfrentar esta realidad que se asoma en el horizonte se recarga con humanismo y se forja en la Educación. Serrano y otros colegas avezados en inteligencia artificial, expresan que las máquinas están muy lejos de poder manejarse sin nosotros y así mismo, carecen creatividad, imaginación y pasión. Es en esos frentes donde los maestros debemos empezar a reforzar los intereses motivadores de los alumnos bajo una premisa: “Aprendizaje de calidad, constante y continuo”. Suena trillado, pero es así.

Es que no se trata de cualquier aprendizaje. Se requiere un aprendizaje que fomente y construya el pensamiento lógico; que propicie la abstracción con el fin de transformar conceptos en procedimientos, generando además una mayor facilidad de encontrar similitudes o descomponer los problemas en partes más pequeñas. Todas, por supuesto, habilidades que un procesador no posee. No dejemos por fuera el fortalecimiento de las relaciones de interacción social que deben asumirse y vivirse con mayor raciocinio.

Estos meses de cambio, para mal o para bien, nos han puesto en el espejo frente a nuestra versión relacional. En ellas, y por ellas, nos hemos adaptado o reinventado como especie para sobrevivir. Eso ha pasado con la educación y tiene que seguir pasando; pero ahora, no por sorpresa sino por convicción. 

Debemos trabajar por una educación desde la cuna hasta la tumba, alimentando la inteligencia emocional, la curiosidad, la imaginación; enseñando a que, en el marco ético, cada individuo forje su marca personal en un perfil multidisciplinar altamente cualificado que permita adaptarse a distintos entornos. Ese es el aporte, la lucha, la clave: ser más humanos para vencer a las máquinas.

Aunque siendo sensatos, en un país como éste, todo este escenario puede parecer surrealista todavía.