Dejé de creer y tampoco confío en opciones


La frase de #Heráclito: "Ningún hombre transita el mismo río dos veces, porque no es el mismo río y tampoco el mismo hombre", es la que puedo decir y adaptar en estas elecciones. Por primera vez, en 12 años, no votaré por #FuerzaCiudadana. Porque no soy el mismo votante ni tampoco son el mismo partido.

Y aunque el voto sea secreto, en este caso es mejor gritarlo, aunque sea para decir a quién no se le sumará el sufragio: ¡NO VOY A VOTAR POR LOS DE CAICEDO!

Más allá de las razones comunes, las mías -que coinciden con las de algunos parroquianos, todavía callados detrás de la puerta- empiezan porque estoy cansado de su discurso populista, monotemático y -por ende- sin CAMBIO. 

Como señalé en mi investigación sobre sus relatos populistas, los de Fuerza Ciudadana marcaron la diferencia al llegar al #poder; pero hoy encarnan el fantasma que ellos mismos espantan, solo que desde el otro lado del espectro.

En todos estos años han sostenido un discurso que ya está desgastado. Uno en el que se hacen víctimas, culpan de todo a enemigos invisibles a los que describen con sustantivos y adjetivos que no señalan directamente a nadie ("mafias politiqueras", "narcoclanes"). Con éso, simplemente juegan con la mente del pueblo. Un pueblo que tiene enraizado en su aparato conceptual otro código del glosario naranja: "los de antes"; y con esa alienación, interpreta y decodifica una realidad aparente, fragmentada y multiplicada por los medios de comunicación.

La base narrativa de Fuerza Ciudadana en estad elecciones (y en todas las anteriores) es la de apuntar a "los de antes" para que sus candidatos sean como "nosotros". Sin embargo, teniendo ojo para la verdad,  nosotros ahora somos "los únicos" porque -digan lo que digan en su discurso- Carlos Caicedo y la #élite de su partido hoy se parecen  más a esos "otros" que a nosotros. Viven cerca de ellos, sus hijos van a los mismos colegios que los de ellos y se juntan con ellos en ciertos momentos y escenarios de la vida pública, demagógica y social. Mientras tanto, "los únicos" realmente somos pobres, no tenemos #agua ni oportunidades. 

Esa macroestructura ya no tiene fundamento

Por eso no me siento identificado en sus acciones ni en su discurso que, por estos días, tiene un nuevo ingrediente: un lenguaje que agita masas mientras crea confusión al respecto de la solidez jurídica y electoral de su candidato a la Alcaldía. Lanzan esas proclamas y le hacen campaña a #Agudelo -a mi parecer- a propósito; con el fin de hacerlo elegir a sabiendas que podría anularse ésa elección. El verbo de Fuerza Ciudadana, encarnado y conjugado en todo tiempo por el mismísimo Caicedo, me parece el preludio de un domingo lleno de desmanes y saboteos teñidos de naranja, que podrían aumentar después de las 4:00 de la tarde de este 29 de #octubre, si el resultado no les favorece. 

Mi recomendación al pueblo: ir a votar temprano.

A la fuerza pública y a los órganos de control: Cuiden y garanticen el orden de las elecciones en la ciudad y el Departamento.

Aunque tengo grandes amigos y conozco a muchos de los excelentes profesionales que integran las huestes de Fuerza Ciudadana, me duele decirles que mi voto no será por ellos ni para la Alcaldía ni para la Gobernación. Pese a que han afirmado, entre risas, que mi voto es "100% naranja", que "eso es seguro". Solo me están juzgando por las tres elecciones locales anteriores y porque tengo influencia de izquierda en mis ideales y convicciones. Lamento defraudarlos. Soy uno de los tantos que se cansó también de verlos -a varios de ustedes- aferrándose a cargos y contratos esclavistas donde la dignidad, la familia y la credibilidad se pierden. Y entre más cerca estén sus funciones de Caicedo, más riesgo se está de estar triste, solitario, cansado e infeliz mientras la vida se desvanece soportando el ego de una especie de emperador criollo con visos de Calígula y Nerón que sí sabe qué quiere: la Presidencia. De hecho, parece que aprovecha los altibajos del Presidente Petro para acercarse más a él y demostrarle que puede ser su candidato.

Suelto a #Caicedo, pero...

Ahora bien, esto no quiere decir que yo vaya a votar por Carlos #Pinedo Cuello. ¡No señor! Aunque su segundo apellido honre el de mi madre, y un par de tías sospechen que en algún lugar del linaje ancestral estamos unidos a él, no pienso dar mi voto a este individuo. Su discurso tampoco me representa. Encarna agresividad, violencia y ansias de poder. Hay que demostrar ganas de gobernar, pero no hambre de dominar todo con una sola arma: Culpar y mostrar a Caicedo. Lo cual le termina haciendo más campaña a Fuerza Ciudadana.

Lo he analizado y de cada 10 minutos que Carlos Pinedo habla en cualquier medio, menciona a su tocayo Caicedo -al menos- tres veces para construir las oraciones clave de su alocución. Lo alude de forma expresa y tácita. Lo cual no me convence. Pues, como puede pasar en cualquier narrativa cuando se quita al monstruo del cuento, el héroe se queda sin poderes, objetivos ni retos. Si le quitamos a Caicedo, Pinedo se queda sin argumentos. Necesita de un "otro", necesita un mal para él hacer un bien. Más populismo pero desde otra perspectiva. No voy pa' ésa.

¿Hay 'Cura'?


José Alfredo 'el Cura' Ordóñez, me parece el candidato de las emociones. En este momento, cautiva a los indecisos que quieran "castigar" a Caicedo y a Fuerza Ciudadana, además de "evitar un cambio brusco" con Pinedo. Sin embargo, tiene muchas ideas. Tantas que pareciera que hay para todos y cada uno de los samarios, algo que en administración pública es una quimera. Su trama me parece ambiciosa a nivel político, pero también sé que al abarcar mucho se aprieta poco. Sí. El Cura tiene contactos y tiene acciones de opinión, pero a mí tampoco me ha convencido del todo.

Ante tantos candidatos, tampoco votaría por el voto en blanco. Eso sería darle vida a Caicedo con una 'reseteada' al tarjetón. Él mismo sabe que por ahí es la vía más sana, pero en Política pocas cosas lo son. Fuerza Ciudadana no apoya el voto en blanco porque hay mucha dispersión de voto y prefiere pelear. Intentarán ganar con su candidato y, aunque le tumben la elección, ganarse una nueva chance.

¿Y entonces?

En definitiva, la ciudad no está preparada para perderse en una gestión de promesas que cumplen sólo con la foto y las fachadas mientras la raíz se pudre. Así que no estamos listos para otro periodo naranja. Tampoco sería lo ideal caer en manos de alguien que quiere derribar todos los símbolos naranjas a sangre y fuego. Mucho menos en una política en dispersión que no focaliza problemas para ir avanzando de a poco a la integralidad del mejoramiento de la calidad de vida.

A mi juicio, la ciudad necesita un alcalde diplomático, educado, bien hablado, culto y cercano a todas las esferas que le faciliten la gestión: empresarios, empleados, comerciantes informales, jóvenes... Alguien que con un discurso nuevo, fresco, sensato y moderno, revitalice (o al menos detenga y calme) las revueltas aguas de la administración local. No lo mencionaré, pero por ése sí votaré. Así me ahogue. Porque prefiero hundirme en el río que seguir siendo el mismo hombre.