De charla con ‘514’: evolución, esencia y defensa de las músicas del Caribe


En Ciénaga, vecino municipio de Santa Marta, ya sonó la joricamba del Caimán. Percusión y vientos se hicieron sentir en el infinito ritmo que evoca la leyenda del saurio que se comió a Tomasita en su cumpleaños, un 20 de enero, día de San Sebastián.

En el marco de las fiestas, muchos samarios vimos historias y publicaciones en redes sociales acompañadas por las notas de “El Caimán” de Juancho Valencia, la melodía usada en la serie Cien Años de Soledad que Netflix produjera y emitiera a partir de la obra de Gabriel García Márquez.

Esa tonada usada en la serie, primer impacto musical de la producción cuando los Buendía aún estaban en la ranchería y no sabían que irían a Macondo, fue la excusa para conversar con el comunicador social, músico y gestor cultural, Carlos Mario Moreno, más conocido en el ámbito samario como ‘514’, quien ha sido un defensor aguerrido del folclor caribeño. En su trayectoria, incluye la participación en varias iniciativas, oficiales y propias, que buscan defender y preservar el legado ancestral de la música tradicional. “Tambores por la Paz” y “La EsquinaTamborera” son algunas de esas apuestas.

Así estuvo esta charla.

Eduardo Marín (EM): ¿Cómo te ha parecido la música de Cien años de Soledad?

Carlos Mario Moreno (514): Me ha gustado, porque si se parece mucho a lo que yo leí. Yo veo que ahí suena como el Caimán, suenan como cosas de acá del Caribe, y yo digo: bueno, están tocando música que hoy día se toca así, pero ellos la utilizaron de tal manera que no se sienta como si fuera tan moderna.

EM: La serie se ambienta, más o menos, de 1850 en adelante. De pronto, los ritmos modernos estaban naciendo...

514: Eso fue un proceso muy largo. Recordemos que tenemos las tres etnias que se mezclan. La cumbia, antes, no se cantaba. Solamente era música de gaitas. Ya luego se incluyen los tambores y luego se canta en español porque se habla español o si no la música se cantara en indígena o en africano. Cuando se le mete la letra en español, ahí sí comienza a llamarse cumbia. En cuanto a los cantos de vaquería y todo eso de la zafra, todo eso hace parte del conjunto musical del Caribe que duró muchos años para llegar a lo que mencioné.

EM: ¿O sea que tenemos una herencia amplia que se sigue construyendo?

514: Obviamente, cuando los acordeones entraron, ya había cumbias. Aquí lo primero que hubo fueron gaitas. Entonces, los primeros acordeones, cuando entraron, tocaron puras cumbias. El vallenato nació de la cumbia, el paseo es una cumbia. La música de gaitas es la que ha enriquecido todo ese proceso cultural de la música del Caribe. Es decir, con la llegada del acordeón, se enriqueció melódicamente a las músicas que ya estaban, que ya existían.

EM: Puede decirse que somos una gran región de cumbia, pero entiendo que existen temas y ritmos que varían en mayor o menor medida...

514: Imagínate que nosotros tocamos una cumbia aquí y en Ciénaga se toca diferente.

EM: ¿Así es la cosa?

514: Claro. Y ya nos estamos rodando un poquito. Es más, mira, aquí dentro del perímetro de Santa Marta, hay un ritmo que se llama la guacherna samaria y, en cada barrio, lo tocan de una manera distinta.

EM: ¿Cómo es eso?

514: La gente lo toca en Pescaito y aquí en María Eugenia lo tocan diferente. La gente que toca en Mamatoco, también toca diferente. Se parece mucho, sí. Y, de pronto, la gente no nota la diferencia; pero nosotros sí sentimos que es muy distinta la manera en cómo uno la siente, cómo uno la baila y cómo la expresa. Entonces cada uno tiene su esencia y así pasa en los pueblos. De pronto, mañana un alumno mío la va a identificar también como yo, pero le va a meter su esencia. Eso es lo que pasa.

EM: Parece que los caribeños hemos perdido el gusto por la música tradicional. ¿Usted qué piensa?

514: Me da rabia que la música, los géneros tradicionales, autóctonos de otras regiones, se están metiendo aquí. Ya se metió la carranga, se meten los corridos prohibidos, se mete el reggaetón, se meten los unos, se meten los otros... Otros géneros de otros lados se meten y aquí ‘la cachaquera’ bailando bacano, pero aquí hay que ponerle cumbia a la gente. Pero como que la cumbia no da plata.

EM: ¿Será que faltan más artistas sonando cumbia y los ritmos nuestros?

514: Hay personas haciendo cumbia moderna, bastante. Pero la que más vende es la más tradicional. Ahora, la moderna es la que puede dar más plata y la que se puede meter a darle la pelea a la carranga y las otras.

EM: Ahí son fundamentales las emisoras...

514: Nosotros estamos culturizando con las emisoras y las emisoras son manejadas por gente que tiene que ganar plata, ¿verdad? Por eso es que otras emisoras que no viven de eso, ponen la música más bacana. El resto pone la música de moda o la que da plata.

EM: ¿Cómo se fortalece ese amor por las músicas autóctonas del Caribe?

514: Hay que escuchar música tradicional, la cumbia, la música que nosotros llamamos “música de carnaval”. A ésa se le puso así porque Carnaval es una época un poquito más alegre de lo normal; y esa música nos inspira alegría, nos sentimos bacano, contentos cuando escuchamos un Aníbal Velázquez, cuando escuchamos todas esas músicas que nacen de la cumbia... Toda esa música alegre, de tambores e instrumentos tradicionales, es la música que nos remueve el espíritu.

Se fue el Caimán, tal vez para Barranquilla; pero en todos los rincones de este Caribe, donde los españoles se metieron armados con una mezcla de catolicismo y violencia hace 500 años, el ambiente de Carnaval se siente con los ritmos del tambor alegre y las melodías de pitos y gaitas, herencia de nuestros pueblos originarios.

Las emisoras ‘que ganan plata’ suenan un poco esos ritmos por estos días, mientras los cuatro días de Carnaval se asoman en la esquina y el tamborero Carlos Mario, crea 514 nuevas oportunidades para defender estos folclores.