Caso "Lechuza" o de la imprudencia

Un error, sí un error es lo que cometió el futbolista Luis Moreno, al servicio del Deportivo Pereira, en el partido que su equipo jugó ayer (domingo 27 de febrero) ante el Atlético Junior en Barranquilla por la. No pretendo defenderlo a él, pues de todos modos no tenía por qué actuar así, pero sí quiero reflexionar sobre el hecho y expresar mi opinión muy brevemente.

El yerro del panameño Moreno consistió en haber usado la vía fácil y rápida para sacar del terreno de juego la lechuza que desde hacia tiempo estaba dentro del campo, y que de manera accidental un compañero suyo golpeó con el balón al intentar despejarlo.

El animal -la lechuza, no ninguno de los otros que a mi juicio están implicados en el caso- esa que se ha convertido en una especie de atracción del Estadio Metropolitano Roberto Meléndez, la misma que causa revuelo en las graderías al volar sobre el terreno, la misma que "le trae buena suerte" a un equipo que juega bien al fútbol. Esa que había estado en ese lugar hacía más de 5 minutos cuando el delantero juniorista, Luis Páez intenta hacer una jugada por el sector occidental del gramado con rumbo a la portería norte para anotar; pierde el balón con un defensor del Pereira que, en su desespero, intenta liberar a su equipo del peligro latente de poder recibir un gol en contra, y patea la pelota impactando al ave que quedó patas arriba y muy grave. Para mí, ese golpe la lastimó más que la "patada" de Moreno. Allí comenzó el caos.



El juez, Héctor Parra, quien para mí también está implicado en el caso "lechuza", detiene el juego. ¿Por qué no lo hizo antes, cuando vio que el animalito, inconsciente de sus actos, aterrizaba en el terreno? Hasta donde entiendo, dentro del campo no debe haber nada ni nadie ajeno a los jugadores, la pelota y los jueces. Acto seguido, cegado por el desespero colectivo de un equipo que no gana hace 30 fechas, el defensor Luis Moreno busca una solución para que el partido se reinicie y su equipo siga intentando un gol, el del empate por lo menos, y coloca la punta del pie bajo el cuerpo del ave y la impulsa por los aires con rumbo hacia detrás de la línea blanca que delimita el terreno.

Ese fue el peor error de su vida. El estadio pidió su expulsión mientras le recordaban a su madre; al terminar el juego algunos hinchas tiburones lo asediaron hasta el bus del equipo matecaña por lo que tuvo que salir escoltado; en la mañana de hoy le notifican un proceso por maltrato animal; lo someten a la dura picota de las redes sociales y se estudian sanciones de todo tipo para él.

Pero pregunto y que alguien responda, ¿Hace cuánto "vive" la lechuza en el estadio, fuera de su hábitat? ¿Por qué el juez Héctor Jairo Parra no detuvo el encuentro y pidió que el ave fuera sacada del terreno antes de que todo ocurriera? ¿Por qué los veterinarios no analizan, acompañados de un forense o qué se yo, si el mayor daño a la lechuza (ojo, mayor daño) lo causó Moreno y su puntapié o el golpe que recibió en primera instancia con el balón?

Lo que si no necesito que me respondan es quiénes son los culpables, porque son los encargados del Dadma que hoy abrieron proceso contra Moreno y no habían hecho nada por devolver a la lechuza al medio donde debe estar; el árbitro Héctor Parra por no hacer lo que ya expuse (detener el juego y ordenar el retiro del animal); y el mismo Moreno por no contar hasta diez antes de actuar sin pensar.

La prudencia hizo falta en los albores de este caso. Esperemos a ver qué pasará con Moreno y la lechuza, los únicos que todo el mundo ve en este "lío".