Historias inusuales de investigación

Durante cuatro días Neiva, capital del departamento del Huila, acogió delegaciones de todo el país que pretendían dar a conocer sus avances y productos en todas las ramas de la ciencia, entre esas 1689, 3 eran poco comunes.

Por Eduardo Marín Cuello

Entre el 12 y el 16 de octubre del año pasado estuve en Neiva - Huila (Suroccidente del país) participando en el decimocuarto encuentro nacional y tercero internacional de semilleros de investigación, organizado por la Red colombiana de semilleros de investigación (RedColsi).

Presencié las distintas actividades organizadas: conferencias, simposios y ponencias. En ese entorno, realicé entrevistas para luego contar historias en un medio que nunca las publicó; pero, hoy, el mundo las leerá aquí.

Jueves 13. La inauguración del encuentro tras la acreditación. En el acto, realizado en la “sede de la calle 21”  de la Corporación Universitaria del Huila (Corhuila), el rector Virgilio Barrera agradeció a la RedColsi el haber escogido a “una universidad de provincia para llevar a cabo este evento de tan alta envergadura” en el que la investigación sigue siendo “la luz que conduce al desarrollo.” Ese día, cada uno de los más de 1689 proyectos a participar como propuestas, ponencias, emprendimiento e innovación de los 15 nodos departamentales y 3 países invitados, supieron la fecha de su actuación. Algunos serían el viernes y otros el sábado. La ponencia de mi tesis: “Análisis de contenido del periódico Hoy diario del Magdalena y su influencia en la marginalidad relacionada a los jóvenes de Santa Marta”, acuñada en este encuentro, quedó para el viernes en la tarde.

Ese día, el encuentro estaba en su apogeo. Corhuila parecía una pequeña Colombia. Paisas en combo andaban por todo el campus, costeños alegres y enfocados en sus trabajos. Pastusos en una esquina hablando y contando chistes. El factor común de todos: ser estudiantes universitarios que parecían no estar preocupados por las marchas de protesta contra la reforma a la ley 30 presentadas durante esa semana en distintas partes del país. Lo fuera de lo normal en ese encuentro eran ‘los mexicanos’, ‘los marinos’ y ‘los niños de Marinilla’, tres historias que demuestran las distintas caras y aplicaciones de la investigación.

Los mexicanos 

La bandera de México y el tumulto de curiosos alrededor eran la señal de que la delegación mexicana estaba allí.

Con ojos expresivos y el marcado acento, Belem Marín Márquez y César Alejandro Rojas Aguilar, son oriundos de Reynosa, Tamaulipas (norte de México), donde están finalizando estudios de Ingeniería Industrial y son ciudadanos destacados. A sus 22 años vinieron invitados por la organización para que exhibieran su chaleco relajante Sharey, producto de una investigación multidisciplinar que combinó fisioterapia, electrónica, mercadeo, salud y moda.

El resultado que estos ‘manitos’ presentaron en la categoría de emprendimiento es Sharey (Sha: Chaleco / Rey: Reynosa), el chaleco de un kilo de peso, que cuenta “con tres motores masajeadores en la espalda, uno en la zona lumbar, otro en la mitad de la espalda y otro en la parte superior” como indica ‘Alex’, apelativo que prefiere usen para llamarlo  César Alejandro.

A Sharey, que está en Facebook como “Chaleco Relajante”, le falta poco para salir al mercado con un precio promedio de 750 pesos mexicanos, lo que equivale a unos 57 dólares estadounidenses,y en Colombia a cerca de 109 mil pesos. Ese es el precio de un “artículo que presta un servicio y mejora la productividad, gracias a que, en solo 5 minutos de uso, mejora la circulación y relaja los músculos tensos de la espalda, en los cuales se concentra el estrés; mientras es llevado como una prenda de vestir más”; así señala Belem con una sonrisa.

Ellos vinieron acompañados de la licenciada Irela Sánchez Arvizu y el ingeniero Luis Domingo Ramírez Rivas.


Los marinos

Vestidos de blanco, firmes y atrayentes de todas las damas del lugar, el grupo de grumetes de la Escuela Naval de suboficiales ARC Barranquilla se hizo presente en el encuentro con la dirección del suboficial jefe Gabriel Peluffo.



Los grumetes Franklin Ordóñez, Héctor Rodríguez, Jeison Colmenares y Steven Martínez estaban en el encuentro para exponer su “Unidad de superficie y vigilancia, prototipo de lancha no tripulada” una muestra de innovación tecnológica que todo el mundo llamaba “la lanchita a control remoto”. Este vehículo, manejado a distancia con un control que trabaja con radiofrecuencias, servirá en un futuro para que las tropas de las fuerzas armadas acuáticas puedan patrullar sin riesgo de emboscadas.

“Con este prototipo, se pretende que nuestros hombres puedan patrullar, por ejemplo en el río Caquetá, y en una curva del río, donde no pueda verse lo que está allá; por seguridad, se envíe este vehículo que cuenta con una cámara de máxima resolución que transmite imágenes en tiempo real a una unidad dentro de la patrulla fluvial”, señaló el grumete Colmenares ante la mirada atenta del suboficial Peluffo y sus compañeros de academia.

Los niños de Marinilla

Tienen nueve años cada uno pero su memoria y su parlamento aprendido ‘de calilla’; les hace destacarse entre todo un mar de universitarios. Daniel Arboleda y Yeliza Alzate, llegaron de Marinilla, Antioquia (Occidente del país) para participar del encuentro de semilleros de investigación. A diferencia de algunos niños de otros nodos como Magdalena, ellos sí tuvieron patrocinio para asistir y sobresalir.

“Los sapos se inflan” de Daniel y “Cómo las gallinas fabrican huevos” de Yeliza, fueron las propuestas que durante toda la mañana del viernes, este par de niños expusieron una y otra vez mostrando cansancio solo al término de su jornada.

En sus investigaciones, adelantadas en el Cored (Corporación para el desarrollo integral) donde estudian cuarto de primaria, Daniel y Yeliza analizaron la anatomía de estos animales que despertaron su imaginación y curiosidad al sorprenderlos con sus comportamientos. Daniel concluyó que “los sapos se inflan para defenderse”, y Yeliza que “los huevos vienen del ovario izquierdo de la gallina, que es el único que funciona para la reproducción”.

La opinión local


Sergio Cedeño, estudiante de Mercadeo Publicidad y Ventas en Corhuila, expresa que este evento es muy importante para su formación, pues él puede observar y aprovechar lo que le interese para su campo de estudio, complementando su aprendizaje.

Cedeño y otros compañeros realizaban un documental sobre el Encuentro de Semilleros. En su trabajo habían notado “la forma en que el conocimiento se aplica en campos como la satisfacción de necesidades básicas”, acorde con su carrera.

Finalmente llegó el turno de mi ponencia en el último panel del día, integrado por investigaciones sobre Ciencias de la Información, Mercadotecnia y Comunicación; provenientes de Bogotá, Villavicencio y Cali. Yo debía cerrar del panel con mi 'análisis de contenido del Hoy diario del Magdalena'. Me fue bien.

Terminada la ponencia se dio inicio a un acto de integración cultural en que los mexicanos bailaron su tradicional Jarabe tapatío, los pastusos representaron el Carnaval de blancos y negros, los cordobeses cantaron décimas y los valduparenses bailaron el pilón.

Al día siguiente fui jurado y el domingo recibí mi certificado. Al medio día estaba subiendo a un avión Fokker 50 que me llevaría a Bogotá donde tras hacer trasbordo volvería a mirar el mundo para contárselo al mundo desde Santa Marta.