La esperanza que rema en la Ciénaga Grande


Los niños de Buenavista andan en sus canoas con poca ropa, o más bien con la suficiente para taparse el sexo. Con escasos 1,50 metros de estatura, niños y niñas dominan enormes canoas manejadas por bogas que los triplican en tamaño. Sacan fuerza de sus semidesnudos e insolados cuerpos para movilizarse de un lado al otro de esta población flotante, construida casa por casa sobre pibotes que sirven como cimiento. Estos son los niños de un pueblo palafito de la Ciénaga Grande de Santa Marta.


En este día de visita, está en su furor el Paro Nacional de Educadores. Por eso no sorprende la cantidad de niños en las canoas o en los maderámenes que sirven de aceras al entorno de las casas. Sin embargo, alguien menciona que -hace cerca de un mes- el colegio, el único del sitio, está cerrado. Los niños de Buenavista tienen mucho tiempo libre y lo dedican al juego, a unirse a las faenas de pesca con sus padres, a hacer mandados como comprar agua potable o ir a ver televisión donde haya. Y si no, a quedarse sentados a un lado de la casa mientras el tiempo pasa en un lugar que sigue igual desde hace 200 años cuando se empezó a construir.



Sentados y esperanzados.

Según el antropólogo Carlos Ángulo Valdez, los habitantes de los palafitos de la Ciénaga Grande de Santa Marta, tendrían su origen en campamentos temporales de pesca hechos por gentes provenientes de lugares como Sitionuevo, una de las cabeceras municipales más cercanas sobre tierra firme.

La mirada de los que reman parece encontrar otro ángulo.
Estudios como Relaciones cotidianas de los habitantes de los palafitos de la Ciénaga Grande de Santa Marta, demuestran que la Pesca ya no es la principal actividad laboral debido al deterioro del entorno, reflejado en reducción de volúmenes y tamaños de los peces, así como en la extinción de algunas especies. El futuro de estas generaciones de cabellos resecos y pieles tostadas se nota difuso como la vista del pueblo cuando la neblina flota sobre la Ciénaga Grande.

La esperanza no está perdida y aunque los jóvenes anden en billares y pendientes de sus gallos de pelea esperando que les llegue el turno de liderar la pesca, los proyectos económicos están contemplados y en marcha. Ya se comenta que "los paisajes de la Ciénaga Grande de Santa Marta y los pueblos palafíticos Nueva Venecia, Trojas de Cataca y Buenavista serán convertidos en atractivos turísticos, a través de la construcción de un parador en el municipio de Pueblo Viejo y un muelle de embarque y desembarque en el corregimiento de Nueva Venecia, en Sitionuevo".

Esa afirmación fue revelada en ElTiempo.com el año anterior, y agrega que "El Fondo Nacional de Turismo (Fontur) adjudicó el contrato para la realización de los estudios y diseños de estas obras a la empresa Inggea Construcciones S.A.S. y la interventoría a la Unión Temporal Santa Marta, con una inversión de 330 millones de pesos".

Si todavía hay peces, seré lo mismo que el padre de mi padre.

Por otra parte, la Gobernación del Magdalena ha manifestado que presentará un proyecto al Ministerio de Cultura "con el fin de que estas poblaciones palafiticas de la Ciénaga Grande de Santa Marta sean consideradas Patrimonio Cultural de la Humanidad, y así poder gestionar recursos y mejorar la calidad de vida de los habitantes". Este señalamiento se evidencia en el portal verdadabierta.com.


Pese a todo esto, el Estado es visto con desconfianza en esta zona a la que no viene ni el cura. Sólo el 16 de julio, cuando se celebra la Fiesta de la Virgen del Carmen, se abren las puertas de la única capilla, se realizan bautizos, primeras comuniones y la única eucaristía del año. Bien podría decirse que hasta Dios parece haberlos olvidado. Sin embargo, ellos no lo olvidan a Él. Eso se nota en cómo escriben Su Nombre así no recuerden la escritura correcta de las demás palabras.


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