Confesión menor para un amor mayor

Quiero que sepas que te escribo porque he decidido hacer público lo que siento por ti. Te estoy amando.

Te lo digo en presente porque lo estoy sintiendo ahora más que nunca. Y te digo que es un sentimiento viejo, porque  lo he sentido desde que era niño y te veía los domingos en el Estadio Eduardo Santos, apoyando al Unión Magdalena.

Era una sensación como de llenarme de aire el pecho y abrir los ojos mientras se me ponían calientes las orejas. Todavía te veo, y así me siento. Me emocionas. Y ni hablar de cuando nos cruzábamos en Taganga o El Rodadero por las tardes, cuando el Ciclón jugaba de visitante.

Me quedaba viéndote igual que ahora y suspiraba. 

Un hombre enamorado hace y dice locuras. Pero yo estoy enamorado, loco y determinado a conservarte, a cuidarte, a hacer que te sientas orgullosa de mí. Quiero que escuchar canciones de Carlos Vives por las tardes mientras te miro y vuelvo a suspirar. Yo hago eso y tú te ríes de los pequeños que juegan con un balón viejo en la mitad de la calle.

¿Sabes otra cosa? No me importa tu edad. Eres la mayor de tus hermanas y eso no me afecta. Tus experiencias te han hecho valiente y decidida porque otros amores te han engañado. Viste a unos irse en barco y a otros llegar en tren; pero también se fueron. Franceses, holandeses, ingleses y españoles han llegado a tu puerta, pero la bonga de tu terraza los ha visto regresarse mientras tú llorabas. Tenlo presente: aparecí en tu vida como uno más, pero me esfuerzo por hacerlo bien sin traicionar esa esencia que me enseñaste.

Y no sólo a mí, sino a todos los que te amamos. Sí, en plural. Porque sé que no soy el único que lo daría todo por ti.

Recuerdo siempre tus rumbas en el Centro Histórico o en cualquier rumbeadero bacano de Pescaito. Bailas sabroso. Siempre alegre e imponente. Vimos juntos el amanecer después de bailar toda la noche; y un par de veces nos fuimos a desayunar arepas donde los Zapata para luego armar paseo a Bonda o Bahía Concha.

Allá encantabas a cualquier extranjero y sin decirle una palabra, él optaba por quedarse aquí y conocer más de tus secretos. Tienes muchos. Sobre todo en las calles del Centro, donde todos tenemos memorias contigo. De todo tipo. Pero siempre alegres, aunque nos estemos sintiendo sin ánimo por quienes dicen trabajar por ti.

Te amo. Voy por ti y hoy quiero celebrar tu cumpleaños, Marta. Que seas cada vez más Santa.

---

Y no menos importante: Agradezco a Versión Abierta por invitarme como columnista. Cada jueves estaré publicando mis 'miradas' en este medio joven, talentoso y disciplinado en el periodismo, que ha reunido a en equipo de iguales adjetivos para relatar nuestras realidades caribes.