San Rafa 2025: El Rugido de los Viejos Hermanos

Por: Kas Freyle

Secretario Old Brothers²



El amanecer del 14 de marzo de 2025 fue el preludio de una odisea sobre dos ruedas. Con la brisa matutina y el eco de los motores en mi imaginación, partí en avión rumbo a Rionegro, donde la hermandad del asfalto me esperaba. Seis fieras de acero me recibieron con su característico rugir: una Magna, dos Shadow, una Macbor, una Jailing y una Renegade. La travesía comenzaba.

Desde el aeropuerto, la caravana de nuestro club se dirigió el camino hacia San Rafael, llevando una caravana mecánica sobre la carretera. Por cuestiones ajenas nos dividimos en el trayecto; algunos hicimos un alto en Guatapé para reponer fuerzas con un almuerzo, mientras que otros siguieron en la imponente caravana de más de cuarenta motos que se gestó en Marinilla.

San Rafael nos recibió con los brazos abiertos. Entre los rugidos y saludos, el campamento tomó forma bajo un cielo que prometía noches de hermandad. Me prestaron la Renegade, y junto a mis viejos hermanos nos aventuramos al pueblo por víveres para la noche y el desayuno.

Cuando el sol se ocultó, encendimos las brasas de la parrilla y el espíritu de la fraternidad. Los chorizos y las arepas chisporrotearon al compás de las risas y anécdotas. Luego, nos dirigimos a la tarima donde el rock nos abrazó con su inconfundible tronar. Fuimos testigos de una experiencia sublime, una amalgama de sonidos y emociones que nos hizo sentir más vivos que nunca.

El sábado nos desafió con la pesca, y aunque la fortuna no estuvo de nuestro lado, la camaradería valió más que cualquier presa. El almuerzo fue el inicio para la gran rodada de la tarde. Retornamos al pueblo de San Rafael, esta vez acompañados por una multitud de motociclistas, que llegaron después de nosotros, una serpiente de acero y cuero que cautivó a locales y turistas.

El destino nos obsequió un aguacero repentino, un capricho del cielo que nos obligó a hacer una pausa. Pero ni la tormenta pudo apagar nuestro espíritu; de regreso al campamento, encendimos el fuego y compartimos un nuevo festín. Las notas del rock volvieron a tejer lazos entre nosotros, celebrando la vida y la libertad que nos une.

El domingo amaneció con despedidas. Algunos emprendieron el regreso, mientras otros nos aventuramos al gran río cercano, sumergiéndonos en sus aguas como ritual de cierre. Recogimos el campamento, y la carretera nos llamó de nuevo. En el viaje de vuelta, los escollos mecánicos pusieron a prueba nuestra determinación, pero juntos superamos cada obstáculo.

El destino final nos recibió con un aguacero torrencial en Rionegro. Mojados pero invictos, llegamos al aeropuerto con el corazón lleno de recuerdos imborrables.

Agradezco a mis hermanos de ruta: Carlos Correa, Juan Carlos Restrepo, Marwins García, José Ángel Mata, Carlos "Juice" Castaño, Christian González, Angie, Karen y Karla. Un agradecimiento especial a Daniel Vergara por invitarme a formar parte de los Old Brothers, y a todos los moteros con quienes compartimos estos días de pura pasión.

Felicito a los señores Juan Mazo y su esposa Aleja Mazo por un evento sin igual. Espero con ansias las próximas ediciones.

¡Buenas rutas para todos!