Dialogando al ocaso del Libertador

Por Eduardo Marín Cuello


¿Hablar con una persona muerta?, parece cosa de locos, y aún más si se habla con Simón Bolívar. A simple vista esto parecería la sintomatología de un paciente siquiátrico, pero no, es sólo la entrevista que, en unos carnavales, alguien le hiciera al Libertador.


Para hablar con el más grande de la América latina, el periodista se transportó a un mundo de perspectivas culturales diferentes, lleno de una extraña candidez que luego desparecería.
Al fin lo encontró, sentado en una cama, vestido con ropas cómodas. No con el uniforme militar de siempre. El periodista quiso hablar con él, en primer lugar, acerca de su infancia.
Caracas; La Orfandad y la Enseñanza
El General Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios, nació en Caracas, Capitanía General de Venezuela, el 24 de julio de 1783.
El libertador, con voz fuerte, cuenta que es hijo de Mantuanos, como se le llamaba a una clase poderosa descendiente de españoles; agregó que creció en un hogar donde nunca le faltó nada, y que su familia era dueña de muchos inmuebles en Caracas, La Guaira y el ingenio azucarero de la hacienda San Mateo, la cual defendería mucho años después con ayuda de Ricaurte.
Con tristeza, el estratega recuerda las muertes por tuberculosis de sus progenitores, primero la de su padre el Coronel Juan Vicente Bolívar cuando él tenía tres años y luego la de su madre, Doña Concepción Palacios, cuando él tenía nueve. Al tocar el tema parece ignorar que años después se dirá que él murió de la misma enfermedad.
Continúa la entrevista, y el periodista le pregunta por sus maestros; el General le responde que esos hombres le dieron las bases para ser lo que es y por eso nunca olvida a Andrés Bello, Simón Rodríguez y Francisco Andújar.
Del duelo al juramento
Luego de la educación, basada en la ilustración y las artes militares, el periodista habla acerca del matrimonio de su entrevistado y al General se le nubla la mirada al recordar su estadía en Madrid y lo sucedido después.
Relata que mientras en su cabeza empezaban a girar las ideas de la independencia de América en su corazón ardía el amor hacia Doña María Teresa Del Toro, perteneciente a la nobleza española.
Ese amor se selló, según el Libertador, el 26 de mayo de 1802 día de su matrimonio, en Madrid. Bolívar cuenta que poco tiempo después viajó con su amada a Caracas donde ella murió a inicios de 1803, dejándolo viudo y triste.
En medio de la tristeza, Simón Bolívar fue nuevamente a Europa y luego de recorrerla llegó al Monte Sacro donde juró no descansar sin darle la libertad a su Patria. Tiempo después regresó al Nuevo Mundo con sus ideales más firmes que nunca.
Con el fin de amenizar un poco la conversación, el periodista le preguntó al Libertador acerca de las amantes que dicen tuvo él durante su empresa independentista y el General respondió que su fama y gloria le ayudaron a ser afortunado con las mujeres, pero siempre mantuvo en su corazón a su querida María Teresa y que después de ella solo Manuelita su “Libertadora”.
Bolívar el escritor
En medio de la conversación, el entrevistador observa a un lado del cuarto: una mesa con un plumero y algunas hojas de papel; y le pregunta si es amante de la escritura,  a lo que el General Bolívar le responde, citándole de viva voz, pasajes de sus escritos más memorables, Memorial dirigido a los ciudadanos de la Nueva Granada por un Caraqueño (Manifiesto de Cartagena) y Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla (Carta de Jamaica), con esas palabras, el periodista dedujo que el Libertador fue un escritor de una prosa exquisita y directa sin comparación posible en la época.

Y se hizo la Libertad
Cuenta el General Bolívar, que su plan de libertad era al principio una utopía, pues sólo lo había manejado desde la perspectiva de la clase poderosa junto con la del apoyo británico y que sólo cuando adhirió su idea al pueblo raso, logró cristalizar su ideal de Libertad.
*Las Victorias 
Simón Bolívar luchó contra el régimen realista de 1812 a 1824. Las batallas que lo llevaron a la gloria según cuenta él mismo fueron:
Mompóx, Tenerife, Guamal, Chiriguaná, Tamalameque y Ocaña entre 1812 y 1813; pertenecen a la “Campaña del Norte”, producto de una desobediencia a su superior el General Labatut quien le ordenó proteger Barranca Nueva -actual Calamar- esta campaña  recuperó la comunicación del país a través del Río Magdalena; cuenta él que gracias a la victoria no le salió cara la desobediencia.
Bolívar enfatiza sus ideas de revolución al declarar la “Guerra a Muerte” al régimen y entre 1813 y 1814,  logra valiosas victorias que nombran a esta empresa “La Campaña Admirable” en ésta sobresalen los triunfos en Bárbula y San Mateo donde venció gracias a los mártires Atanasio Girardot y Antonio Ricaurte respectivamente.
El Libertador adquirió para la eternidad este título con su Campaña Libertadora, en la cual sobresalen las batallas de Puente de Boyacá en 1819, de la que el Libertador dice no ocurrió en el puente sino a lado y lado de éste. Carabobo en 1824, en Venezuela. Pichincha en 1822 victoria que independizó a Ecuador y lo anexó a La Gran Colombia y en 1824 Junín y Ayacucho, en esta última  Bolívar delegó funciones a Antonio José de Sucre; con estas batallas selló las independencias de Perú y el Alto Perú que adoptaría el nombre de Bolivia en su honor.
*Las Derrotas
Bolívar también sufrió grandes golpes en su empresa independentista; esto se refleja en las batallas de Cúcuta y Barquisimeto en 1813, La Puerta y Aragua en 1814 y de nuevo La Puerta en 1818.
La Utopía y su Partida
Luego de Libertar media Suramérica, el Libertador cuenta que su sueño más grande era hacer una sola nación regida por la constitución Boliviana con él como Dictador, pero este sueño nunca lo alcanzó por completo, debido a las diferencias con sus antiguos compañeros de lucha: Páez y Santander.

El General cuenta que triste, y muerto políticamente, renunció a su cargo de Presidente vitalicio y se retiró después de haber sufrido ataques contra su vida como el de la noche septembrina.
Además de eso, Bolívar contó que por su bien se retiró hacia aquí, Santa Marta, para alejarse un poco de todos los afanes. Luego guardó silencio y le preguntó al periodista qué fecha era ese día y éste le respondió: 17 de diciembre de 1830.