Oasis a mitad de la carretera

Por Eduardo Marín Cuello

Una isla en medio del continente; suena extraño pero este fenómeno es posible en la naturaleza, y la muy sabia bendijo a la tierra magdalenense con una de ellas, la cual, además, está declarada sitio Ramsar y reserva del hombre y la biosfera. Hecho por el cual, por su importancia en el mundo natural, merece ser protegido para el futuro incierto de la raza humana.

La Isla de Salamanca es un vía-parque natural ubicado en la parte norte del Departamento del Magdalena, es atravesado por la carretera que comunica las ciudades de Santa Marta y Barranquilla. Esta vía, que lo distancia 10 minutos de la capital atlanticense y una hora de la ciudad de Bastidas, permite apreciar la variedad de paisajes de mangle, desde los más cercanos al mar hasta los inmersos en la dulce ciénaga. Además de la variedad de aves anfibias como las garzas que habitan en el parque.

Toda esta naturaleza perteneciente al complejo lagunar de la Ciénaga Grande de Santa Marta, está comprendida en 56 mil 200 hectáreas y su nombre de vía-parque proviene de la carretera que lo atraviesa y el de isla porque se encuentra rodeado por agua dulce y salada. Para ser más exactos, los cuerpos de agua que encierran este complejo de pequeños islotes son: el río Magdalena, la Ciénaga Grande, el mar Caribe y el estuario formado por estos últimos.

A lo anterior se suma, que en su interior posee distintos caños como Clarín Viejo y Clarín Nuevo que equilibran el flujo y reflujo de aguas dulces y saladas dentro del lugar.

En este santuario de vida, se favorece el desarrollo de especies vegetales como las variedades de mangle rojo, amarillo y salado, que predominan en el paisaje y sustentan sus funciones biológicas en el flujo y reflujo de agua dulce y salada presentado entre la Ciénaga Grande y el Mar Caribe. A esto se agrega que este vía parque posee una fauna variada, la cual incluye más de 90 especies de invertebrados, unas 30 clases de reptiles, 140 tipos de peces y casi 200 especies de aves entre migratorias, endémicas y residentes adaptadas al clima cálido con temperatura promedio de 28 grados centígrados.

Entre toda la fauna la isla, sobresalen las garzas blancas y los patos aguja que aprovechan el silencioso paisaje para hacerlo su hábitat sea temporal o definitivamente.

La isla permite disfrutar de todo lo anterior, en un plan de ecoturismo pasivo y de observación ideal para la fotografía de paisajes, actividad que se puede realizar de forma terrestre, gracias a los senderos que ofrece el parque, o de forma acuática, cruzando la red de ciénagas y caños que se teje en el interior de la Isla de Salamanca.

Durante estos recorridos, el silencio quebrantado por los cantos de las aves y los sonidos emitidos por los animales que habitan el sitio, son el acompañante perfecto para quien recorre este gigantesco laberinto anfibio que atrapa con sus encantos a quienes lo visitan.